jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo 4. Cae la base.

Apolonius
Pasaron ya dos años, aproximadamente, desde que ocurrió el Apocalipsis y aún seguimos vivos, aunque con muy pocos suministros y no podíamos aguantar más sin suministros. Pero un día, se acercaron un grupo de supervivientes y vieron que el centro estaba limpio de draugers y se pusieron a entrar al centro, pero como nosotros siempre poníamos un vigía para que no entraran draugers, pues el vigía vio como entraban el grupo de sobrevivientes, pues cuando los vio entrar se fue a buscar a los demás para comentarlo, después de enterarnos de que estaban entrando un grupo de sobrevivientes nos pusimos en guardia por si acaso entraban y lo querían tener para ellos. Cuando entraron nos vieron en frente de la puerta principal y se acercaron los dos líderes de los dos grupos y empezaron a hablar para buscar una solución pacífica.
-      ¡Fuera del centro! Ahora es nuestro.
-      Tranquilo amigo, lo podemos arreglar sin que se vaya nadie, no ves que hay dos edificios.
-      Entonces nosotros nos quedamos con este y vosotros os vais al otro.
-      Hombre se justo nosotros somos más personas, o sea, que necesitamos más espacio, ya que vuestro grupo es pequeño dirigíos al otro edificio.
-      ¡Que no! Nosotros nos quedamos aquí u os vais, entendido.
De repente en mitad de la discusión salió una manada de draugers, y entonces les dije:
-      Tranquilizaos, un rato y mañana discutimos sobre quien se va a quedar en que sitio se queda cada uno, que nos están atacando los draugers.
-      Vale, pero ¿dónde nos quedamos hasta mañana?
-      Os podéis quedar aquí, que nosotros nos vamos al otro edificio.
Cuando terminamos con la discusión nos encargamos de la manada, y nos dirigimos al otro edificio. Cuando llego la noche, cogí a tres miembros del grupo y nos dirigimos hacia los otros miembros de sobrevivientes, los vimos dormidos y Gasto dijo:
-      ¿Por qué no los matamos a todos aquí y ahora?
-      Porque no somos asesinos sino que somos un aliado de la Justicia y que además quiero ahorrar toda la munición posible.
-      Y ¿Cómo vamos a matarlos?
-      No los vamos a matar sino hacer que los draugers los maten.

Y con el plan repartido nos dirigimos a preparar los preparativos. Abrimos las puertas del centro para que entraran unos cuantos draugers y con las puertas abiertas el grupo no se despertó hasta que ya los tenían encima y desde ese momento el otro grupo ya no existía, pero eso si cuando matamos a los draugers que entraron, cerramos las puertas del centro y empezamos a contar a los miembros del otro grupo por si acaso no habían caído todos, y al contar todos los cadáveres nos enteramos de que uno de ellos consiguió escapar, pero no nos dimos cuenta que fue el líder.
David
Cuando la batalla había terminado, nos tuvimos que retirar del centro porque del ruido que hicimos, habíamos atraído a una manada de draugers, y al inicio del apocalipsis pudimos contra todos los draugers que habían por el centro porque estaban disperso y además no estaba todo el instituto completo solo un poco más de la mitad, pero ahora venían todos los draugers juntos y con lo que teníamos a mano no podíamos contra ellos, eso sí, si usáramos las armas de fuego podríamos acabar con ello, pero en ese momento quería guardar toda la munición posible por si una emergencia pasara, y entonces tuvimos que abandonar el centro eso daba muchísima pena porque nos había costado limpiar todo el centro y  aunque éramos un Pecados Capitales James K. Weedolf y una maestra con la katana, Saeko y algunos que sabían algo de como matar a un drauger, igual hubiéramos podido haber ganado, pero eso si no aseguraría las bajas que hubiéramos tenido.
Cuando salimos del centro, habíamos caminado dos kilómetros, y vimos a lo lejos un autobús que podríamos utilizar para trasladarnos más rápido de un lugar a otro, cuando nos acercamos al autobús estuvimos mirando que no habría ninguno de esos malditos draugers en el autobús ni cerca del autobús. Terminamos de inspeccionar el autobús y las cercanías del autobús, y entonces  nos encontramos con 10 draugers en total, 5 draugers estaban dentro del autobús y los otro 5 draugers estaban por la cercanías del autobús y cuando terminamos de matar a los 10 draugers pudieron entrar el resto del grupo en el autobús, de repente, Robert se puso a intentar arrancar el autobús porque sabía mucho más de mecánica que nadie de nosotros porque su padre trabajaba en un taller como mecánico e iba a ayudarle con el trabajo. Consiguió arrancar el autobús y lo utilizamos para buscar algún lugar seguro donde quedarnos.
Ivan
Nos estábamos dirigiendo hacia el norte de la isla y a mitad del trayecto nos encontramos con una patrulla de policías, pero los policías que estaban allí estaban muertos entonces paramos el autobús y dos miembros de nuestro grupo bajaron para pillar las armas y municiones que sean de utilidad, y cuando terminaron de recoger las armas y las municiones, me las pusieron en el asiento y vi que solo habían conseguido dos metralletas y 150 balas en cada metralleta y 200 balas de repuesto y tres pistolas con 4-5-3 balas en cada una de ellas y 70 balas de repuesto, las dos metralletas se las di a Apolonius y a Robert y a Alexandra, a Asuna y a Asada les di las tres pistolas y las municiones las repartí a partes iguales porque podían servirlas para defenderse en caso de emergencia, porque si en ese momento no podríamos defender a todos los miembros del autobús de los draugers porque los que estábamos luchando continuamente y sabíamos cómo matarlos solo éramos cuatro miembros para poder defender a los 10 miembros, con lo que al final yo les explique de cómo se podría matar a un drauger y les dije que con un tiro en la cabeza bastaba. Pues cuando ya estaba todo arreglado nos  pusimos en marcha hacia el norte de la isla y una vez que llegamos a Las Palmas de Gran Canarias que era la ciudad que estaba al norte, nos dirigimos al centro comercial Las Arenas, y ya allí nos dividimos en dos grupos para conseguir más suministros y decidí quien iba a ir a por las provisiones y el primer grupo seria: Gastón y James K. Weedolf y el segundo grupo lo formaría: Eros y como la líder Saeko, y el resto se quedaría en el autobús mientras nosotros conseguíamos los suministros.
Pero de repente, mi grupo se dirigió al centro comercial para conseguir suministro, y apareció un sobreviviente, que se hacía llamar Shiroe.
-      ¿Quieres unirte a nosotros?
Después de oír lo que le dije, dijo.
-      Me encantaría unirme.
Pero Gastón, me dijo:
-      ¿Por qué le invitaste a venir a ese tipo?
-      Es que me da la curiosidad que tienen algo especial.
-      ¿Y que es eso que tiene?
-      No sé para eso le invite a unirse para saberlo.
-      Ok, Weedolf.
 Cuando mi grupo regresaba al autobús con las provisiones nos topamos con un pequeño grupo de draugers y tuvimos que dejarle todas las provisiones a Shiroe, para que las protegiera mientras nosotros nos encargábamos de matarlos. Cuando terminamos de matarlos corrimos hasta el autobús para no toparnos con más draugers, y de pronto vimos que todavía no había regresado el grupo de Saeko.
Pasaron unos cincuenta minutos, y aparecieron por la puerta y vimos que llevaban aparte de provisiones, ordenadores portátiles y máquinas de juegos. Cuando subieron les obligue a que se explicaran porque habían cogido esas cosas, solo habíamos parado para suministrarnos de provisiones y me dijo Saeko, que
-      Nos habíamos retardado mucho por culpa de Eros, que se había entretenido cogiendo a parte de los suministro, un montón de manga. – Me dijo Saeko.
Y en ese momento le dije.
-      Muy bien Eros para esta ocasión te perdono, pero que no vuelva a pasar, y si vas a hacer algo antes por lo menos  pregúntale al que está al mando con anterioridad, entendido.
-      Entendido, pero fue algo que se me ocurrió en ese momento.
Cuando estuvimos todos en el autobús, nos pusimos en marcha hasta el cuartel militar que había en Las Palmas de Gran Canarias, y por el camino veíamos algún coche policial o algún vehículo militar y siempre parábamos para recoger armamento, hasta llegar al cuartel militar y allí nos encontramos con unos cuantos militares atrincherados y matando a todo tipo de draugers que se acercaban, pero de repente, los militares nos vieron y nos dijeron que paráramos para preguntarnos.
-      ¿A dónde vais con ese autobús?
-      Lo habíamos encontrado por la ciudad de Vecindario - Le dije – Luego, ¿nos podríais dejar pasar, por favor?
-      ¿Para qué queréis pasar al cuartel?
-      Pues para descansar y suministrarnos.
-      Si solo es eso pues adelante podéis pasar, pero eso si cuando termines os vais que estamos a tope de la capacidad que podemos proteger y si vuestro grupo sé que igual va a ser mucho más difícil defender.
-      Ok, entonces pasamos y cuando terminemos nos vamos.
Entramos poco a poco en el cuartel, ya mitad del trayecto nos encontramos con el coche presidencial y dentro de él, estaba el presidente de España, Rajoy, pues habíamos aparcado el autobús para mirar si el presidente estaba bien y que no lo hubieran mordido o arañado y le vimos sin ningún mordisco y arañazo y además, estaba sano y salvo, y también había quedado uno du sus guardaespaldas vivo, dentro del coche y  le preguntamos.
-      ¿Queréis que os llevemos dentro del cuartel? Que a nosotros no nos importa llevar al presidente en el autobús, pero una pregunta ¿por qué el presidente de España está por aquí?
-      Si no es una molestia llevadme con vosotros hasta el cuartel, por favor. Estoy por aquí porque vine de vacaciones para relajarme un rato de la política.
-      Ok. Ya no te molestamos más entrad al autobús que os subimos rápido.
Llegamos al cuartel y allí nos rodearon un grupo de militares que estaban esperando al presidente, para ponerlo a salvo, cuando nos bajamos del autobús el presidente bajo y les digo a los militares
-      ¡Porque no habéis venido a recogerme! Que por vuestra culpa he perdido a cuatros de cinco de mis mejores guardaespaldas y que además los únicos valientes fueron estos chicos de aquí.
-      Es que estuvimos defendiendo el cuartel y no podíamos enviar a un grupo de rescate a por vosotros.
-      Lo sentimos señor. – dijo otro de los militares.
Entonces se fueron y se llevaron al presidente al bunker subterráneo bien fortalecido, para que estuvieran a salvo, mientras nosotros nos preparamos para quedarnos un tiempo allí porque no era muy ventajoso estar donde hay muchas personas porque las provisiones se agotarían demasiado rápido y si se hace mucho ruido caería demasiado rápido y en ese momento Robert había visto un arsenal que tenían los militares y cogió un poco de aquellas armas, y se fue pero a mitad del trayecto le detuvo un oficial y le pregunto.
-      ¿Qué haces con todas esas armas chaval?
-      Solo cogimos las necesarias para defendernos de aquellos malditos draugers.
-      Pero vosotros no podéis andar con ese tipo de armas.
-      Anda ya en esta ocasión no hay leyes, la única es la de la ley del más fuerte.
-      No, nosotros seguimos con las leyes devuelve esas armas.
-      No quiero son nuestras nos dejaron coger unas pocas armas.
-      ¡QUE NO! Devuelve las armas.
En ese momento vio como le maltrataban a Robert el oficial y los soldados viendo, que David me fue avisar de lo que estaba pasando y cuando llegue allí, yo mismo desafié al oficial para que nos dejara en paz. Pero de repente oigo la voz de Robert diciéndome.
-      Weedolf, gracias por venir en mi ayuda, no sé cómo te lo podría agradecer.
-      No me lo tienes que agradecer de ninguna manera, es lo que hace un buen líder del grupo por sus camaradas.
-      Oh, eres grandioso, Weedolf. – me dijo Saeko.
Empezamos el combate, y a mitad del combate el oficial me tira al suelo que me deja inconsciente en el suelo, pero de repente me vieron levantarme y me vieron como estaba utilizando mi poder contra el oficial y cuando se terminó la pelea me desperté y dije.
-      ¿Qué paso aquí?
-      No lo sabes, Weedolf.
-      No, ¿el qué?
-      Que as utilizado tu poder como Pecado Capital.
-      ¿En serio?
-      Si, Weedolf.
-      Entonces, ¿cuál es mi poder?
-      No lo sé, no lo vi muy bien, fuiste demasiado rápido, lo siento.
-      No pasa nada, ya se descubrirá mi poder.
-      Ok.

Entonces el oficial se había largado corriendo del miedo que pasó en la pelea contra mí, y apareció el general y se me acerco y me dijo.
-      Puedes llevarte todas las armas que quieras, que por lo menos sabemos que lo sabréis utilizar muy bien.
-      Entendido.
Entonces llevamos las armas que consiguió Robert al autobús y descansamos hasta la hora de partir y además yo sí que tuve que descansar porque me quede sin energías por culpa de esa pelea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario