jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo 1. El inicio del Apocalipsis.

- Weedolf, Weedolf, venga, vamos a qué esperas. Sal ya a la pizarra tienes que hacer el ejercicio. Deja de estar pensando en tus cosas y sal.
- ¿En serio profesor?, es no tengo ganas de hacer el ejercicio, podría hacerlo otra persona, a parte no lo tengo hecho.
- Me da igual chico. Saldrás tú porque lo digo yo y además aunque no lo hayas hecho sé que sabes la solución. Aunque se trate, probablemente del ejercicio más difícil que se va a hacer en todo el curso.
- Sí, me sé la solución. Pero no tengo ganas de hacerlo en la pizarra. Es lo que diría pero seguro que no cambiaras lo que has dicho. ¿Cierto?
- Vaya sí que me conoces ¿no? Ja, ja, ja.
James K. Weedolf
Tal y como dijo, o más bien tal y como me obligo, me dirigí a la pizarra pensando en la de cosas que me gustaría decirle a ese tipejo con aires de superioridad siempre mirando por encima del hombro a todo el mundo. Lo bueno es que siempre que intentaba pillarme desprevenido para poder suspenderme, yo le respondía haciendo todo a la perfección lo que le dejaba en muy mal lugar ya que empezaba a olerse que intentaba joderme la vida de algún modo. Y te aseguro que de todos los pensamientos que tenía sobre él, no había ninguna que fuera medianamente buena, después de todo a nadie le gusta ser obligado a ir a la pizarra. A mí por ejemplo me ponía muy nervioso, escuchaba murmurar a los demás y no paraban de decir “¿eso no está mal?” o  “¿pero eso no iba en el otro lado?” y aparte de eso era lo de salir a la pizarra hacerlo y que tendría que explicarlo mientras lo hacía, odiaba eso, pero al final siempre los hacía y curiosamente siempre me tocaban los más difíciles. Después de ese momento que me puso contra la espada y la pared, o mejor dicho, entre los murmuros y la pizarra, me dirigí hacía él profesor, por llamarlo de algún modo y le pregunte si podía ir al baño, o lo que viene a ser lo mismo, la típica escusa de cuando quieres escaquearte de la clase para dar ese paseo que tanto te relaja. Mi profesor al quedarse asombrado de que fuera capaz de solucionar el ejercicio de la pizarra, el cual estaba a nivel universitario, contestó dándome la tarjeta necesaria para ello. Pero lo que yo no sabía era lo que me esperaría ver en la parte de abajo. Mientras más bajaba las escaleras empezaron a escucharse unos pequeños gritos y golpes que parecían provenir de la puerta principal, cosa extraña ya que en los 4 años que estuve en ese instituto lo máximo que había visto era alguna que otra pelea entre alumnos y profesores.
Me acerqué a ver qué estaba pasando, y vi que varios profesores se dirigieron hacia la puerta de metal donde se encontraba un hombre un poco rechoncho y para nada expresivo. Al parecer era el que provocaba esos sonidos y daba esos golpes, aunque si tuviera que escoger que fue lo más raro de todo aquello en ese momento diría que como daba los golpes. Ya que este ser daba los golpes con todo su cuerpo. Lo primero que me vino a la mente fue que estaría borracho, cosa que tuve que descartar al instante porque solo eran las 9 de la mañana, lo segundo que pensé fue  que tendría algún tipo de problema anímico, pero claro, obviamente no sería tan sencillo.
El director se dirigió a él para “hablar”. Por lo que abrió la puerta dejando que entrara. No sé qué le pasaría en esa cabeza tan deforme pero atacó violentamente a una profesora tirándola al suelo y fue entonces cuando nos dimos cuenta que esa persona tenía la parte del cuello completamente segada, casi al borde de haber sido decapitado. Lo cual me preocupó muchísimo más ya que la pregunta del millón era ¿cómo es que un ser humano puede seguir moviéndose con semejante corte en el cuello? La profesora intentaba defenderse como podía pero fue increíble que  incluso con 2 personas más ayudándola no pudieron quitárselo de encima, hasta que desgraciadamente dejo de moverse, por lo que pensábamos que había muerto debido a la gran pérdida de sangre, por culpa de un mordisco que parecía calculado puesto que fue directo a la yugular, o eso creíamos, pues la profesora se levantó como si nunca hubiera pasado nada, por lo que intentaron ayudarla sin saber  porque, ella agarró del cuello al director y le mordió la cara arrancándole la nariz y la piel a cachos, después de caer al suelo de rodillas el director al rato de levantarse empezó a atacar a los demás junto con la profesora y esto fue pasando sucesivamente, profesor tras profesor y alumno tras alumno. Yo, que ya me hacía una idea de que podía estar pasando me dirigí a la clase tan rápido como pude, abrí la puerta y sin hacer ni puto caso al profesor (cosa que tenía ganas de hacer desde hacía años) fui a hablar con Robert, David, Eloy y Eduardo y les explique lo que pasó. Pero de todos ellos solo Robert y David me creyeron y salieron corriendo conmigo antes de que dijeran nada. Aunque no nos dio tiempo de llegar al taller de tecnología antes de que se oyera por megafonía:
-      A todos los estudiantes y profesorado. Estamos sufriendo lo que parece ser un ataque bioterrorista, esto no es un simulacro,  sigan las instrucciones de su profesor y dirigíos hacía la salida. Repito esto no es un si… (golpe en seco y silencio durante unos segundos) ¡¡¡Espera, para, no, por favor, no te acerques a mí, fuera, aléjate!!! ¡no! ¡¡¡¡NOOOO!!! (fin de la transmisión).
Eso era justo lo que más temía. Ya que eso provoco un miedo demasiado grande lo que al rato se convertiría en una  matanza entre ellos mismos. Todos los estudiantes y profesores salieron de golpe de todas las clases, lo que produjo un baño de muertes y sangre en las escaleras y pasillos, lo que a su vez era un banquete para “ELLOS”.
Después de lo sucedido conseguimos llegar a salvo al taller pero, no fuimos los únicos. Un pequeño grupo de solo 4 integrantes proveniente del anexo habían llegado antes. Para mi asombro eran Gastón un tipo lo suficientemente fuerte como para levantar ligeramente un tanque él solo, Eros que suele ser un poco incauto y confiado en  ocasiones, un extraño al que nadie conocía, lo cual no era raro, y que respondía al nombre de Orlando y Yorvanis, ser un poco introvertido pero parecía que se podía confiar en él (dentro de lo que cabe).
Decidimos, naturalmente por una unanimidad, ir juntos a buscar recursos y armas para defendernos y sobrevivir. Necesitábamos un líder y sin saber por qué el líder al que eligieron fui yo (aunque me sentí bastante satisfecho con la elección).
Eros
Al día siguiente después de dormir en ese áspero suelo, parecido a un pedregal, del taller, Gastón y yo nos armamos con armas contundentes y salimos para una solo cosa, ver algo que sin duda jamás olvidaríamos, algo que nos produjo náuseas.  Desde que nuestras miradas se dirigieron hacia esas cosas que en algún momento eran personas que ahora solo son cuerpos ensangrentados y mutilados. Por mucho que lo intentamos solo había un camino y era recordando que ya no eran humanos y que ahora el mundo se regía por la ley del más fuerte.Lo primero que dicte como líder fue que empezáramos a equiparnos con un par de objetos contundentes y algún que otro objeto cortante. Después de recoger todo lo utilizable para defendernos y comer. Hicimos inventario y lo que teníamos era 6 martillos, 4 sierras, 1 hacha  y una pistola de clavos de aire comprimido modificada por Robert para tener más apoyo y puntería haciendo que el retroceso sea menor. De autodefensa estábamos bien pero de comida íbamos bastante mal, ya que tan solo teníamos un par de sándwiches y poco más. Por lo que nuestra siguiente misión sería buscar comida en la cafetería.  La cual parecía bastante distante.
Volvimos al taller, y allí nos dividimos en dos grupos, uno iba a explorar si quedaban algún sobreviviente por el instituto y el otro grupo iba a por provisiones a la cafetería, mientras los dos grupos estaban  limpiado a los que llamamos draugers (no-muertos), todo el instituto, mientras iban haciendo sus misión. El grupo encargado de inspeccionar el instituto era Orlando y Eros y el otro grupo encargado de ir a por suministros era Gastón y James K. Weedolf, o sea yo y en la base se quedó poniendo defensas Robert, David y Yorvanis.
Corrimos contra ellos y apuntando con el martillo le destrozamos el cráneo a todos los que se nos acercaban. Después de varios draugers llegamos a la cafetería, para recoger comida, pero antes vomitamos del asco, lo que pasamos fue muy asqueroso, pero fue con ánimos de supervivencia. Recogimos toda la comida disponible y la pusimos en la maleta al parecer ya había sido saqueada pero menos da una piedra. Volvimos al taller para comer y prepararnos para dominar el instituto porque obviamente las clases habían quedado suspendidas de forma indefinida.
Mientras el otro grupo estaba inspeccionando el instituto por supervivientes, encontraron a tres niñas de 1°ESO, totalmente asustadas, y decidieron, que vendrían con ellos y Orlando estuvo de acuerdo vinieron al taller y allí nos presentamos todos ante las niñas y después se presentaron ellas, la primera que se presento fue la más valiente de las tres.
-      Me llamo Alexandra, y las otras dos se llaman Asuna y Asada.
- Encantado de conocerlas, yo me llamo James K. Weedolf, pero me podéis llamar solo Weedolf y estos son: David.
- Encantado - dijo David.
- Este es Yorvanis.
- Bienvenidos - dijo Yorvanis.
- Este es Robert.
Encantado - dijo Robert.
- Estos son Eros y Gastón.
- Encantado - dijeron a la vez Eros y Gastón.

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